Dejar la patria no es fácil. Los hermanos que lo hicieron han sufrido un cambio de vida radical; oremos por ellos para que Dios los ayude en sus necesidades
El ser humano fue nómada en sus inicios, pero la necesidad de sentar raíces lo transformó en sedentario, lo cual fue el inicio de la civilización, hasta formar grandes comunidades donde hombres y mujeres forjaron relaciones perdurables. Por eso, para los migrantes, dejar el lugar de origen para buscar otros horizontes significa dejar atrás todo lo que ha formado parte de la vida del hombre, un cambio que debería ser siempre para bien porque significa un nuevo inicio.
Sin embargo, hay situaciones que obligan a la gente a dejar su patria por causas que nada tienen que ver con mejorar: se separan las familias, se pierden amistades y hasta bienes materiales. Por eso es tan necesario pedir a Dios por ellos.
Aleteia se une la petición por los hermanos que han tenido que abandonar su lugar de origen.
Oración por los migrantes
Oh, Jesús, te pido por aquellos que andan lejos de su patria
y viven la experiencia de la migración. Ellos son hermanos
nuestros en búsqueda de una vida mejor, refugiados que
huyen de la violencia, familias en camino a causa de la
pobreza, sin saber a dónde llegar.
¡Todos ellos necesitan tu ayuda!
Tú mismo te puedes identificar con ellos, habiendo
experimentado, por voluntad del Padre, la dura prueba del
exilio junto a María, tu Madre y con José.
Nuestros hermanos emigrantes necesitan tu luz para
descubrir las promesas vacías que frecuentemente los
atraen. Ellos necesitan de tu lglesia, para que les recuerde
sus obligaciones, que muchas veces son olvidadas por sus
diarios sufrimientos. Ellos necesitan tu sobrenatural ayuda
para ennoblecerlos y confirmarlos como cristianos en tu trabajo.
Corazón de Jesús, bendice a los migrantes, guárdalos
junto a tu corazón. LIena sus vidas con el amor de Dios, quien es el principio de todo bien.
Defiéndelos del peligro y fortalece su fe, para que busquen
la felicidad no solamente en este mundo sino también para
la vida eterna. Que, como peregrinos de la Iglesia de Dios,
puedan alcanzar la ciudad celestial y disfrutar la vida
eterna contigo para siempre.