- En días pasados exhibimos las malas condiciones de los rescatistas aquí en Ciudad Juárez, paramédicos, bomberos y personal de protección civil; no les llego el mensaje y hoy siguen haciéndole el feo a Juárez.
En política, las decisiones no solo se miden por lo que se entrega, sino por lo que se deja de entregar. La reciente entrega de una ambulancia por parte de la senadora Andrea Chávez al municipio de Temósachic ha desatado una reacción en cadena, no por lo que representa para esa comunidad serrana —que, sin duda, la necesita—, sino por lo que confirma: Ciudad Juárez ha sido desplazada del mapa de prioridades de sus supuestos representantes.
La presidenta estatal del PAN, Daniela Álvarez, lo dijo con claridad en su momento: Andrea Chávez no volvería a sacar las ambulancias para los juarenses. Hoy, esa advertencia se ha cumplido. Luego de que se interpusiera una denuncia por actos anticipados de campaña contra la senadora, Chávez dejó atrás el uso político de estas unidades médicas, pero no con una solución estructural o institucional. No. En un movimiento que resulta más estratégico que ético, redirige esos recursos a otros municipios… excepto a Juárez.
Es importante reconocer la necesidad de servicios médicos en regiones aisladas como Temósachic, pero también lo es cuestionar la omisión deliberada hacia Juárez, una ciudad con más de 1.5 millones de habitantes, hospitales desbordados, y una profunda desigualdad en materia de salud pública. ¿Dónde quedó el compromiso con la frontera que la vio crecer política y económicamente? ¿Dónde está la rendición de cuentas con quienes pusieron su confianza y su voto?
Lo más preocupante no es que entregue una ambulancia lejos, sino que abandone por completo su responsabilidad en esta ciudad. Y no lo hace sola. El presidente municipal de Ciudad Juárez ha caído en el mismo juego: en lugar de presentar verdaderos proyectos impulsados por su administración, celebra con bombo y platillo las obras del presupuesto participativo como si fueran gestiones propias. Todo esto mientras sus funcionarios ni siquiera se acercan a las colonias que más lo necesitan.
Ni la senadora ni el alcalde hacen presencia real en Juárez. Ambos están más enfocados en sus aspiraciones futuras —ella en la gubernatura, él en mantenerse en la escena política estatal— que en resolver las urgencias de una ciudad que les dio todo… y a la que hoy no le devuelven absolutamente nada.
La senadora asegura que «el pueblo merece lo mejor», pero al parecer ese «pueblo» excluye a Juárez. Entrega medicinas por su cuenta en ambulancias sin regulación oficial, pero ahora que esas unidades desaparecieron de Juárez, ¿está dispuesta a entregarlas al IMSS o al ISSSTE, como correspondería? ¿O solo eran herramientas de campaña?
El mensaje que deja esta situación es claro y, al mismo tiempo, doloroso: para ciertos políticos, Ciudad Juárez sirve para crecer, no para servir. La incongruencia, la falta de compromiso y el oportunismo son hoy más visibles que nunca. Y mientras ellos se reparten el estado en busca de votos, los juarenses siguen esperando lo más básico: atención médica, presencia institucional y respeto.
El ciudadano lector tiene ahora la palabra. ¿Seguiremos permitiendo que quienes nos representan nos ignoren sistemáticamente? ¿O empezaremos a exigir que los recursos, las gestiones y las prioridades vuelvan a la ciudad que tanto aporta, pero que tan poco recibe?
Porque Juárez no merece limosnas, merece justicia.
Y esa empieza por decir la verdad, aunque incomode.