La realidad nos golpea en la cara una vez más: todas las políticas, secretarías e instituciones creadas para la “protección de la mujer” han demostrado ser un fracaso absoluto. Se han gastado millones en la Fiscalía Especializada en Atención a Mujeres (FEM), el Instituto Municipal de la Mujer, Instituto de la Familia, en el Instituto Chihuahuense de la Mujer, en el DIF y en cuantas instancias más han inventado, pero cuando los niños más los necesitan, cuando una tragedia ocurre en un lugar donde deberían estar seguros, el gobierno se muestra indiferente.
El escándalo en la guardería Mi Mundo de Colores, afiliada al IMSS, es la prueba de esta hipocresía institucional. La detención de una asistente educativa acusada de violación agravada contra un menor ha llevado a que más de 30 niños sean sometidos a revisiones periciales por sospecha de más víctimas. No es la primera vez que algo así ocurre. En 2023, una trabajadora de la estancia infantil Techo Comunitario fue procesada por abuso sexual contra niños a su cargo.
¿Dónde están las defensoras de los derechos cuando los niños son las víctimas? ¿Dónde están las feministas que exigen justicia cuando el agresor no es un hombre? Marchan el 8 de marzo exigiendo el “derecho” a abortar, a “matar al macho”, a obtener más privilegios para las mujeres, pero no levantan la voz cuando una mujer es la agresora y los menores son los afectados. Esas madres que dejaron a sus hijos en la guardería también necesitaban apoyo, pero las instituciones que se dicen defensoras de la igualdad estaban ocupadas promoviendo leyes que las favorecen solo a ellas, no a sus hijos, no a sus familias.
Los datos lo confirman. Aunque los feminismos radicales se empeñan en presentarse como víctimas eternas, la realidad es que las mujeres también pueden ser agresoras. Según el INEGI, casi el 10% de los delitos sexuales en México han sido cometidos por mujeres. Y no solo eso, los casos de violencia intrafamiliar muestran que muchas veces los niños y hombres son víctimas de mujeres dentro de sus propios hogares.
El gobierno y sus “instituciones de protección” han fallado. Nos han vendido la idea de que la desigualdad solo afecta a un sector, cuando en realidad hay miles de niños, hombres y familias enteras que también son víctimas de violencia y que el Estado no considera dignos de protección. La impunidad en estos casos se mantiene porque la ideología ha contaminado las leyes. No se trata de defender a las mujeres por el simple hecho de ser mujeres, sino de aplicar la justicia sin sesgos, protegiendo a los más vulnerables, sin importar el género del agresor o la víctima.
Es vergonzoso que esto haya ocurrido en una guardería, en pleno mes de la marcha del 8M, cuando en lugar de exigir la seguridad de sus propios hijos, muchas han preferido salir a vandalizar monumentos y exigir la muerte del “macho opresor”. ¿Acaso los niños no importan? ¿No son ellos el verdadero futuro que deberíamos proteger?

Mientras los políticos siguen debatiendo leyes “de igualdad” que solo benefician a un grupo, mientras las asociaciones feministas promueven más privilegios en lugar de verdadera justicia, los casos de abuso contra menores siguen ocurriendo en total impunidad. Y al final, lo único que queda por preguntarnos es:
¿No hay alguien que sí quiera a Juárez?