Imaginó que desde su ser revolucionario, disidente y visionario transformaría al mundo en un lugar donde la humanidad cohabita en hermandad, sin fronteras, sin guerras y en permanente estado de amor y paz.
Pero aquella visión de fraternidad universal quedó en utopía cuando Mark Chapman, un fervoroso fanático le arrebató la vida a John Lennon hace 40 años.
Cinco disparos cegaron los sueños de la estrella del rock, entonces de 40 años, enlutando a millones de seguidores que John Lennon sumó a su vertiginosa trayectoria de 24 años en la escena mundial de la música.
No obstante, y a pesar de que aquel mundo imaginario de Lennon no se hizo realidad, en su pequeño universo familiar, el cantante sí encontró al final de sus días esa paz que siempre anheló.
«Si él supiera que iba a morir, y si fuera capaz de elegir el período de su vida que sería el foco en el futuro, sería este período», dijo David Sheff, un escritor que entrevistó a Lennon durante sus últimos meses, pasando tres semanas con él y su familia.
Filósofo detrás de las gafas
En los setentas, Lennon era un ícono mundial, reconocido en todos los continentes por sus letras, su ingenio, su encanto desenfadado y sus gafas de sol de marca.
Era a la vez un bromista pícaro y un filósofo que se golpeaba la barbilla – el mundialmente famoso Beatle pensante.
Hoy tendría 80 años y el periodista David Sheff recuerda que a tres semanas de su trágico asesinato, el ex beatle vivía en el remanso, buscando en la familia una nueva fuente de inspiración, lejos de las droga y el alcohol.
El New York Times publicó en una nota que infiere que si Lennon viviera hoy es posible que tal y como lo vimos en la película de Yesterday, el astro se habría retirado a la costa inglesa y lejos de los reflectores viviendo en carne propia ese remanso creativo que le permitiera estar vigente pero sin el oropel y los excesos de un rockstar.
«Estaba tan vivo, y sentía que tenía algo importante que decir sobre la crianza de su bebé y el matrimonio. Esa es la historia que él querría que se contara, creo», dijo Sheff, que también es el autor de «Beautiful Boy», unas memorias de la batalla de su hijo contra la adicción a las drogas.
Igualmente, Lennon dijo en su última entrevista al NY Times, que le hubiera gustado ser recordado como un hombre de familia, entregado al cien por ciento a construirse como un mejor ser humano. Detrás de sus lentes oscuros y muy lejos de sus poses de estrella, habitaba un hombre en una incesante búsqueda por la estabilidad de un lugar llamado hogar.
Para Lennon era importante ser para sus hijos el padre que él nunca tuvo. De acuerdo con los artículos de noticias publicados en ese momento, lo describen a como a un padre firme y alegre, embebido por la vida doméstica. («Lennon está jugando a ser papá», un titular de la época leído en parte.)
«John hablaba como un bebé, le hacía cosquillas [a Sean], lo lanzaba al aire, lo deslizaba entre sus rodillas y lo incitaba con juegos de aprendizaje espontáneos. … No había ningún error: John era la mamá de Sean», escribió Sheff.
Hoy en conmemoración al 40 aniversario de su asesinato es probable que los admiradores de todo el mundo revisen su apogeo en los Beatles y su legado como activista contra la guerra. Pero en medio de estos homenajes, los biógrafos y periodistas dicen que el tranquilo capítulo final de Lennon merece más atención como el hacedor de paz y el hombre empático que promueve la paz y el amor que el mundo tanto necesita.