En Ciudad Juárez no hay crisis. No, según el presidente municipal Cruz Pérez Cuéllar, los secuestros son “poquitos” y se resuelven. No hace falta pedir ayuda federal, dice. ¿Para qué incomodar a la Coordinación Nacional Antisecuestro si él tiene todo bajo control… aunque lideramos el país en secuestros?
Este es el nivel de negación criminal que domina a quien gobierna una ciudad hecha pedazos. Pero lo más alarmante no es la omisión del alcalde, sino el silencio cómplice de quienes también juraron servir y proteger. ¿Dónde está Elizabeth “Lizzy” Guzmán Argueta, diputada local del Distrito 07 y presidenta del Congreso del Estado? ¿Dónde está su voz? ¿Acaso no vive en Juárez? ¿O ya se mudó mentalmente a Chihuahua capital y abandonó a quienes la eligieron?
Porque mientras Cruz minimiza los secuestros —sí, esos mismos que dejaron a un joven secuestrado por un millón de pesos, a ciudadanos estadounidenses plagiados por el Cártel de Sinaloa y a un gerente de maquiladora muerto—, Lizzy calla. Como si el Distrito 07 no fuera parte de la ciudad más peligrosa de México, como si los barrios de su distrito no fueran los mismos que sufren desapariciones, extorsiones y balaceras en plena luz del día.
Y mientras calla, Juárez grita. Con 14 secuestros solo en el primer trimestre de 2025, con 61 víctimas directas, incluyendo menores de edad. Con más carpetas de investigación por este delito que cualquier otro municipio del país. El municipio es el epicentro del horror, pero el presidente municipal insiste en que todo está “bajo control”. ¿Control de quién? ¿Del Municipio o del crimen?
Y para colmo, aparece en la infame “Lista de Marco”, revelada por el periodista Salvador García Soto: 44 políticos mexicanos bajo la mira del Departamento de Estado de EE. UU. por presuntos vínculos con el crimen organizado. ¿Y qué hace Cruz? Se rasga las vestiduras. ¿Y qué hace Lizzy? Absolutamente nada. Guarda un silencio vergonzoso, cobarde y conveniente.
Como presidenta del Congreso del Estado, tiene la obligación de exigir resultados, de alzar la voz, de incomodar si es necesario. Pero parece que para ella, la comodidad del cargo pesa más que la tragedia de su gente. Porque ser diputada de un distrito no es tomarse fotos y aparecer en eventos; es estar donde más se necesita, aunque eso implique confrontar a los suyos.
El Distrito 07 es hoy sinónimo de abandono. Calles rotas, inseguridad desbordada, violencia cotidiana. La representación de Lizzy brilla por su ausencia. El Congreso tiene una presidenta muda ante la violencia, indiferente ante las madres que buscan hijos desaparecidos, ausente ante los cuerpos hallados en lotes baldíos.
¿De qué sirve tener poder si no se usa para defender a los ciudadanos? ¿Qué futuro puede tener Juárez si sus representantes se niegan a mirar el presente? Lizzy, ¿de qué lado estás? ¿Del pueblo o del poder?
Porque mientras tú callas, las balas hablan. Y la sangre que corre en las calles del Distrito 07 también mancha tu silencio.
Juárez no necesita políticos que decoren el poder. Necesita voces firmes, acciones reales y compromisos verdaderos. Hoy, ni Cruz ni Lizzy están a la altura de la ciudad que dicen representar. Y eso, más que indignante, es imperdonable.